Vivir, morir y seguir viviendo en Navidad

Juan Anselmo Leguizamón
6 min readDec 25, 2016

--

Nada como la Navidad para sentirse loser. Porque siempre sientes que la fiesta está en otro lado. Y sí, efectivamente, la fiesta está en otro lado. Más adentro o más afuera de donde estás. Corres durante la mañana, la siesta, la tarde, para intentar colmar ese agujero blanco que tienes con comidas, alcoholes de diversos colores, pan de miga y de salvación. Hasta puedes ir a misa, a ver si Dios, por interpósita persona (el cura) te puede iluminar la Nochebuena, darte confianza en vos, el mundo, las personas. Te quieres dejar llevar por el espíritu, recostarte en él, te repites que “todo va a estar bien, sí, todo va a estar bien”. Y no, no puede ser, porque sabes, intuyes, presientes, que la fiesta del Señor está en otro lado. O peor, “del” otro lado, y te agarra una brisa negra que te empuja a darte con todo hasta que todo “mejore”. Y no mejora, sigue igual. Pero por unas horas parece mejorar todo. La felicidad está al alcance de la mano, ahí mismo, al lado, debajo o detrás de ese maravilloso árbol hermosamente decorado que brilla para ti y para todos…. en una foto que viste en Facebook. Pero sales de la misa pensando en las zapatillas que usa el cura debajo de la sotana, en la falta de misterio y de mística de la celebración, en la ordinariez de todo. Es tan duro de remontar cuando escuchas un sermón entre canchero y desangelado, encima en zapatillas normales, todo a pesar de la sotana blanca y con un pesebre donde María y José miran un vacío porque alguien se robó la figura del Niño Dios. Una misa en zapatillas marrones de trekking con un pesebre de solo dos figuras donde no está el Niño es un peligro para un alma desorbitada. El Niño Dios, un vacío. No está, se lo llevaron, se rompió, vaya a saber. Sales peor que como entraste. Hace mil años que no entras a una misa, justo hoy…. Mierda. Vive tu vida, te dicen. ¿Cuál, hijos de puta? Abre tu corazón. Lo tengo abierto, tajeado de par en par. ¿Eso es? Debería ir a un hospital para que me lo cosan, por lo menos. Ir a ver a un médico de guardia que con un sueldo de mierda tapa su Navidad curando semi-muertos, sin pensar ni sentir nada. Una médica tal vez, de la que te enamorarías seguro, de su pelo pajizo mal atado y su cara de noches enteras mirando radiografías pensando en la miseria y en escapar de todo como vos, al menos lo que dura la Navidad. En fin, con la bebida necesaria para acometer la Nochebuena se comienza temprano. Seamos un poco más relajados y felices, bebamos. Hay felicidad en el aire. Fuiste al centro de la ciudad y todo rezuma amor, sonrisas, calor. Todo se desliza en una pátina de sudor veraniego y pieles enrojecidas de sol (esas pieles se verán fabulosas esta noche) Aman, ellos aman. Vos te deslizas entre tanto amor, lozanía y deseo. Están todos tan ocupados en ser felices que vas fuera de juego. O tal vez están tan perdidos como vos pero no lo saben, o lo disimulan con una capacidad que desconoces. En fin, hay que seguir o mejor dicho comenzar a anestesiar preventivamente la Nochebuena. Entre las novedades de los blogs encuentras una receta bien navideña, bien especial, bien colorida, leche de almendras y campari (que ahora está de moda o más barato). Posta para Navidad, porque en Navidad hay que hacer cosas especiales, si te haces el bife de siempre con el tomate de siempre y con la cerveza de siempre lo único que lograrás es abonar el sepulcro. No: colores especiales, sabores nuevos, que aunque te caigan para el orto es por una sola vez. Aunque tu organismo no esté habituado a mezclas raras, debes desafiar al tiempo, vivir el presente ¿verdad? El mañana es el mañana, si mañana estás de vómito a quién le importa, superamos el DíaBueno y la Nochebuena y eso es lo único que cuenta hoy. Today. Ya. Pásalo. Tómatelo de una vez. Sin dudar. No hay mañana, no hay nada, nada existe, todo está permitido, nada es ley. Mundo, vete a la mierda. Te lo digo de onda. Con mis camparis de mierda. Hay que activar: exprimo dos docenas de naranjas para la ensalada de frutas. Alto naturismo: naranjas de verdad exprimidas a mano, no Fanta. Que el dolor solo sea dolor de manos por exprimir naranjas. Después a correr unas vueltas a la plaza para transpirar como loco bajo los 80 grados de este día platinado de fuego. Sí, salir a correr un 24 de diciembre, probalo, vas a sudar bastante bilis negra y por unas horas estarás bien provisto de endorfinas para dar muchas sonrisas de Nochebuena. Con la salud en forma incluso podrás soportar esos tragos y platos bizarros de Nochebuena. Cuestión que, rebajadas a una mínima expresión las oscuridades de la previa…. al décimo noveno campari lacto almendrado pones un ananá sin pelar en el horno y tiras las alitas fritas de pollo en el cubo de la ensalada de frutas. Misterios de Navidad. Todo convive en un plexo de felicidad, todo es comestible, todo es apareable, todo “marida” con todo. Belleza pura y asco infinito. Sacas el ananá tibio (antes de que se queme) y te comes las “alitas de pollo a la naranja”. Dejas la grasa en la ensalada, esperas que no se note tanto. Siempre quise comer ananá tibio en vísperas de Navidad, me repito. Es momento de nuevas experiencias. Cuando uno está en un puto pedo cualquier mierda puede calificar como una “nueva experiencia”. Lo sientes así, después lo olvidas y punto. Llamo a la heladería para tener un backup de postre. A pesar de todo, aún me queda una pizca de previsión, una baranda mental de qué agarrarme. Además siempre tuve ese muñeco en una esquina de la mente que se mantiene sobrio y vigilante. Pero también es un hijo de puta, pasa de cuidar la comida a acosarte con diez mil pelotudeces. Amigos, no se dejen trollear por este muñeco. No puedo matarlo pero tampoco voy a darle tanta bola. Gracias por ayudarme a pedir helado, pero también calláte un rato, hijo de puta. Llego en perfectas condiciones al departamento de mi primo, quien se propuso salvarme la vida este año. Ensalada de frutas, helado, sándwiches de miga hechos con mis propias manos. Me siento casi una señora. Su familia está radiante, los niños me acosan como si fuese el tío favorito. Llegamos a las 12 y brindamos contentos. Nos sacamos fotos. Esta vez tendré fotos muy parecidas a ésas de las familias con alegría en Face. Win. Yo también gané esta vez. Like. Estamos felices. Luego del papanoelismo con los niños y de irnos poco a poco por la pendiente, me voy a un bar para saludar amigos que no veo nunca. Obviamente es una excusa para no quedarme hundido en un sofá haciendo zapping con una copa de champán caliente en la mano. “Y la muerte no tendrá señorío” (And The Death Shall Have No Dominion!!) veo que comparte alguien en Face el poema de un tal Dylan Thomas. Navidad papá, cada uno la pelea como puede. Así las cosas, salto y me voy al bar. Hace calor, tiene un solo aire acondicionado, lindas luces y música hipnótica. Una cerveza fría me bendice y me dice que todo puede ser posible otra vez. Me llegan mensajes, saludos de Navidad, alguien que se acuerda de uno. Caricias, dagas, abrazos. Y le digo sí a la vida, otra vez. Es Navidad, amigos. Nos abrazamos. Somos pocos, igual hace calor. En una hora, cuando salga el sol, esto será un horno. No recomendable para gente de la vieja escuela de vampiros, como yo, que nos guardamos siempre antes de que salga el deprimente sol que indica el final de la noche, que Todo Ha Terminado, que All Is (Almost) (Fucking) Dead. Antes de que termine de sonar el tema ése que dice tengo que “reírme más”, salgo a la calle de nuevo, ya sin pretensiones de morir, tranquilo, reptando de calor. Ayer a la tarde leí un cuento que me salvó de pensar demasiado en ese vacío que me ronda. No sé si podré dormir ahora, los amaneceres navideños tal vez sean peores que las vísperas. Espero que el sueño me derrote, simplemente. Sé que hay una manera de ser feliz y es estar completo en cualquier parte. Aún en un baldío, entre ruinas, si estás completo no importa nada. Me prometí un cuento de Navidad. En realidad, un salvavidas de Navidad (lo que son todos los Christma´s Tales ¿verdad?) Y escribirlo hoy. Porque sí, una vez más, la fiesta estuvo en otra parte.

Sign up to discover human stories that deepen your understanding of the world.

Free

Distraction-free reading. No ads.

Organize your knowledge with lists and highlights.

Tell your story. Find your audience.

Membership

Read member-only stories

Support writers you read most

Earn money for your writing

Listen to audio narrations

Read offline with the Medium app

--

--

Juan Anselmo Leguizamón
Juan Anselmo Leguizamón

Written by Juan Anselmo Leguizamón

¿De quién son estos zapatos? (Ed. Del Dock, Pez Náufrago) Descarga libre y más en https://linktr.ee/juananselmoleguizamon

No responses yet

Write a response